Definición de Trastorno límite de personalidad.
El trastorno límite de personalidad, también conocido como personalidad fronteriza o borderline. Según el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) son personas que tienen relaciones personales muy inestables, con patrones vulnerables en la afectividad, con cambios frecuentes en la auto-imagen (escala de valores, planes generales en la vida, objetivos profesionales, etc.) Tienen una baja estabilidad emocional, destacando el rasgo de la impulsividad.
Los síntomas comienzan a manifestarse al final de la adolescencia y principio de la edad adulta. Se manifiestan en las principales áreas vitales (familia, amigos, pareja, trabajo, etc.) o en cualquier contexto o ambiente siendo muy sensibles a las circunstancias que les rodean.
Una autora de referencia en el campo es Marsha Lineham, quien ha dedicado gran parte de su carrera al estudio del trastorno límite de la personalidad y ha desarrollado un programa de intervención.
¿Cuáles son los síntomas del trastorno límite de personalidad?
Miedo al abandono.
No soportan la idea de ser abandonados y hacen, casi, cualquier cosa para evitarlo, a veces, pasando ciertos límites. En general, prefieren estar acompañados que solos (pueden pasarlo mal en soledad, aunque sea por poco tiempo).
Son muy dependientes de afecto, sobre todo del de sus iguales y cuando perciben que los rechazan pueden sentirse muy frustrados y cambiar bruscamente de comportamiento reaccionando con mucho enfado e incluso ira y tener algún gesto brusco. Por ejemplo, si un amigo les anula una cita porque le han surgido otros planes o un imprevisto, pueden reaccionar de forma airada. Su capacidad de razonamiento se bloquea y no entienden que los cambios de planes o imprevistos son cosas que pueden surgir. En cambio, se sienten relegados a un segundo plano, abandonados, con sensación de inferioridad.
Inestabilidad en las relaciones personales.
Tienen relaciones intensas e inestables en el tiempo. A veces, son tan intensas que distorsionan la realidad.
Pueden depender mucho de las personas que les rodean, como amigos o parejas. Colocan sobre ellas altas expectativas y muestran mucha frustración y enfado cuando no se alcanzan o satisfacen. Entonces llega la frustración que no suelen gestionar ni canalizar de forma adecuada, por lo que se manifiesta muchas veces con comportamientos airados, bruscos y a veces, en forma de agresión verbal y/o física.
Suelen idealizan a las personas que tienen cerca, enseguida depositan en ellas toda su confianza y les cuentan rápidamente intimidades de su vida, entrando en parcelas muy privadas antes de tiempo. O bien todo lo contrario, evitan compartir la intimidad.
Pueden pasar de adorarlos y tener una opinión inmejorable a devaluarlos y repudiarlos por considerar que no están con ellos todo el tiempo que necesitan o no les prestan suficiente atención.
Distorsión de la autoimagen.
Presentan cambios bruscos y dramáticos de la auto-imagen, dependiendo del estado de ánimo, por lo que pueden cambiar las opiniones, su escala de valores, estudios, objetivos profesionales y metas generales con cierta facilidad. Por esto, pueden tener bajo rendimiento profesional o académico aún teniendo grandes capacidades.
Labilidad emocional.
Tienen el estado de ánimo cambiante y extremo (piensan y sienten en blanco y negro). Pueden mostrarse eufóricos y al poco tiempo ansiosos o deprimidos.
Dificultad para controlar impulsos.
Destaca en ellos el rasgo de la impulsividad, al menos, en dos áreas potencialmente dañinas para si mismos (apostar en juego, gastar dinero, darse atracones de comida, abusar de sustancias, conducir temerariamente, etc.)
Pueden cambiar su forma de pensar y comportamiento muy rápidamente, son bastante impredecibles. En general, presentan una baja estabilidad emocional, con altibajos en el estado de ánimo, sintiéndose invadidos por la angustia, el enfado, la rabia, la frustración, etc. y tienen dificultades para gestionar estas emociones y pueden manifestar un comportamiento explosivo.
A veces, presentan episodios de auto lesiones como cortarse, quemarse, golpearse, etc. para paliar el dolor emocional “el dolor físico es más asequible que el dolor emocional” y hacerse daño les distrae de su mundo interior.
En muchas de las personas que sufren el trastorno límite de la personalidad aumenta el riesgo de suicidio.
Ira intensa y desmedida.
Es frecuente que tengan dificultad para controlar la ira y son frecuentes las muestras de mal genio, el sarcasmo, los ataques verbales o físicos. Después, se arrepienten y siente mucha culpa. Además estas experiencias alimentan su sentimiento de ser malas personas, inferiores, de alguna manera “diferentes o raros”, con lo que su autoestima se ve muy bapuleada.
Los arranques de ira pueden ser tremendos, parecen fuera de si, sin importarles las consecuencias. En ese momento, el razonamiento y la lógica se bloquean, como si le hubieran dado al interruptor de off.
Sin embargo, es importante destacar que no tienen la voluntad de hacer daño u ofender, ni es su deseo generar conflictos. De hecho, sufren mucho cuando ven las consecuencias de los “accidentes”.
Ideación paranoide y Síntomas disociativos.
Ante periodos de estrés sostenido pueden presentar, en alguna medida, ideación paranoide y síntomas disociativos.
Sentimientos crónicos de vacío.
Algo muy frecuente es que tienen sentimientos crónicos de vacío, se aburren con facilidad y siempre están buscando algo qué hacer, nuevas experiencias.
Podría definirse como una falta de sentido vital o vacío emocional, que la persona se siente incapaz de llenar con nada, generando un gran sufrimiento psicológico e, incluso, produciendo dolor físico.
Diagnostico del TLP
Al leer este artículo seguro que te has visto reflejado en algún punto. Todas las personas tenemos alguna de estas características a veces. Sin embargo, para realizar el diagnóstico de trastorno límite de la personalidad se deben cumplir varios criterios y hacerlo, además, durante un largo periodo de tiempo.
Una vez hecho el diagnóstico, el tratamiento debe ser multidisciplinar (psicológico, psiquiátrico y centros de día). La familia tiene un papel muy relevante, ya que deben recibir pautas y entrenamiento para manejar situaciones de dificultad en el día a día.
Con este abordaje tan completo los pacientes adquieren recursos y habilidades de autocontrol y tienen una buena perspectiva de mejora, superación y calidad de vida. Además, según pasa el tiempo y la persona madura, su pensamiento se reestructura, las emociones se van estabilizando y el comportamiento es cada vez más adecuado.
Tratamiento del Trastorno límite de personalidad
Terapia Dialéctico-conductual de Marsha Linehan
Los componentes de la Terapia dialéctico-conductual de Marsha Linehan son básicamente cuatro:
- La psicoterapia individual y de grupo, que aporta al paciente aprendizajes y experiencias diferentes. El abordaje es multidisciplinar, un conjunto de profesionales como psicólogos, psiquiatras, educadores, etc. trabajando en torno al paciente.
- El entrenamiento en habilidades sociales, emocionales, de autocontrol, etc. La persona aprende a controlar sus impulsos y su ira y a manejarse en las áreas importantes de su vida, la familiar, social, laboral o académica, etc. A las técnicas del Modelo cognitivo-conductual añadió la meditación mindfulness, una técnica zen en que las personas se concentran en su respiración mientras observan como espectadores ajenos el devenir de sus propias emociones, sin identificarse ni actuar sobre ellas.
- La supervisión terapéutica para conseguir objetivos y consolidar metas. El seguimiento que permite moldear pensamientos y emociones del paciente, reestructurar situaciones vividas, corregir errores y proyectar nuevas conductas y modos de actuar.
- El contacto telefónico entre paciente y terapeuta entre sesiones, que lo contienen emocionalmente, ayudan a encajar recuerdos y vivencias desagradables o traumáticas, le recuerdan las habilidades aprendidas y le guían para ponerlas en marcha. Es un ejercicio de moldeado continuo en las primeras etapas, hasta que el paciente va adquiriendo autonomía.
Origen
Este modelo, de corte integrador, es una mezcla constituida por elementos de la Terapia cognitivo-conductual, de aspectos psicodinámicos (psicoanálisis), de la teoría biosocial de Linehan, de la dialéctica y filosofía oriental. Sin embargo se distancia de los modelos tradicionales de la Terapia cognitivo-conductual en muchos aspectos, especialmente porque su objetivo deja de ser combatir las ideas o creencias erróneas.
Enfoque
El énfasis del enfoque cognitivo clásico en lo racional se sustituye por una visión evolucionista que considera fundamentales los aspectos intuitivos e irracionales, el aprendizaje que viene de dentro. La validación es fundamental en este enfoque, es decir, parte de que la solución está, en gran medida, dentro del paciente que debe escucharse y realizar pequeños cambios y ajustes en si mismo y en el medio que le rodea.
Objetivo de la terapia
El objetivo central de la Terapia es lograr un equilibrio entre dos fuerzas dominantes; la necesidad de aceptación y la necesidad de cambio, que atrapan al paciente de forma dialéctica. El paciente ha de aceptar quien es de verdad, su auténtica vida y experiencias vitales, a veces muy negativas, abrumadoras o traumáticas. Acepta las emociones que se derivan de sus recuerdos, la sensación de vacío. Es un ejercicio muy profundo. Y a la vez, progresivamente, persigue el cambio forjando un compromiso para si mismo, donde la esperanza y el apego a la vida deben hacerse cada vez más presente.
La función del psicólogo
Mientras tanto, el terapeuta también acepta la singularidad de cada paciente, entiende sus emociones más profundas e impulsos, especialmente los autolesivos y le ayuda sin juzgarle. A partir de la relación terapeútica y el diálogo, le conduce y ofrece las estrategias de intervención y recursos para ir obteniendo el cambio. Es un trabajo conjunto, muy estrecho.
Es muy importante respetar estas dos necesidades e intentar ayudar a la persona a evolucionar de forma progresiva adaptando el programa de tratamiento en todo momento a sus posibilidades. Y avanzar cada vez un poco más.
Concepto de Dialéctica
El concepto de dialéctica es fundamental para comprender la finalidad del programa. Se centra en el hecho de que la realidad humana no puede entenderse a través de la descripción del funcionamiento de organismos o personas aisladas y que no es estática sino que está compuesta por fuerzas que se oponen y entran en conflicto continuamente. En este enfoque, la realidad es vista como algo expuesto al cambio, en lugar de algo estable y bajo control.
Estadios de la Terapia y Objetivos del tratamiento
Cada fase está basada en la anterior, de tal manera que los estadios anteriores deben estar bien asentados para pasar al siguiente.
En primer lugar debe existir un compromiso entre paciente y terapeuta y unos objetivos realistas a lograr. Se disipan dudas y se acepa la meta de alcanzar una mejor calidad de vida. Se presentan las bases del tratamiento, destacando la importancia de adquirir habilidades.
Fase 1: Adquirir habilidades básicas.
Se trabaja para aumentar la estabilidad emocional y el apego a la vida. Se abordan conductas autolesivas e incluso los pensamientos suicidas.
Además, se trabaja la alianza paciente/terapeuta para localizar momentos de proyección en el otro. Por ejemplo, el paciente puede sentir mucha ira hacia un amigo que le ha decepcionado y proyectarla sobre su terapeuta (transferencia). O, el terapeuta puede sertirse frustrado y “quemado” al ver que su paciente no acude a sesión sin previo aviso, de forma repetida y verter sus emociones sobre éste (contratransferencia). Todas estas situaciones, se convertirán en material de trabajo, “escenarios” donde el terapeuta puede explicar conceptos, facilitar herramientas y recursos y el paciente puede aprender todo ello además de cosas sobre si mismo.
El tercer objetivo de esta fase es reconocer y reducir conductas poco saludables como el consumo de sustancias, automedicación, conductas temerarias en la conducción, el juego, etc. Y, en general, fomentar conductas saludables como la buena alimentación, el sueño y el descanso, seguir los chequeos médicos noramles, etc.
En general, el objetivo es dotar al paciente de estabilidad emocional y recursos e ir iniciando al paciente en el autoconocimiento (según se vaya viendo preparado) para que vaya siendo cada vez más autónomo.
Fase 2: Abordar recuerdos abrumadores o traumáticos.
Para aumentar el autoconocimiento, se revisan recuerdos abrumadores o traumáticos que la persona ha vivido, dentro del marco de seguridad de la terapia. Se trata de verse desde el presente, sin identificarse ni juzgarse, aplacando la culpa, la sensación de vacío y la ansiedad, para entender por qué uno es uno y tiene determinados comportamientos en el presente.
Localizar, también, conflictos internos desde el mismo marco de seguridad de la Terapia permite resolverlos y encontrar la tranquilidad, el equilibrio y la estabilidad emocional.
Fase 3: Resolver problemas cotidianos. Aumentar el respeto por uno mismo.
Los objetivos en este punto son asentar el buen funcionamiento general que el paciente ha alcanzado en este punto, aumentar su autoestima y la autoconfianza. Así, el vínculo con el terapeuta, que es la persona que tanto le ha cuidado en los mese anteriores cambia y vuelve a definirse desde la autonomía del paciente, trabajando cualquier síntoma de dependencia de su terapeuta. Ese espacio tan estrecho donde el paciente ha puesto en manos del terapeuta su intimidad y heridas se va acortando porque se han solucionado las cosas y los recuerdos traumáticos se han encajado en la biografía personal. Se han aprendido habilidades eficaces para funcionar bien en las principales áreas de la vida. Toca “ir recogiendo” el lugar de trabajo puesto que el objetivo final es, siempre, enseñar a la persona a valerse por sí misma.
Fase 4: Mantener la energía vital.
La meta es, ahora, mantener todo lo conseguido. Continuar el ciclo vital, aprendiendo con conciencia plena (insight), encajando las nuevas experiencias que han de llegar. En este punto, la persona está preparada para encajarlas desde la estabilidad emocional que ha desarrollado, haciendo una lectura personal y única. Naturalmente, sentirán emociones positivas y negativas, tendrán días buenos y malos, pero los vivirán como cualquiera. De eso se trata vivir en paz, satisfecho, feliz.
Finalmente, añadir que la Terapia dialéctico-conductual de Marsha Linehan arroja mucha esperanza a pesonas diagnosticadas de TLP. Además, se está aplicando con eficacia en otros cuadros clínicos como la adicción a sustancias o los trastornos de alimentación, donde el rasgo de la impulsividad es alto en los pacientes.
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